Me da pena no recordar casi esa sensación que tuve en NY. La echo muchísimo de menos. No sé muy bien como describirla, pero era de sentirme totalmente a gusto, sentirme como en casa, me sentía BIEN conmigo. Creo que conseguí en ese día vivir el presente. Siempre estamos ocupados en preocuparnos demasiado en lo que hicimos o dejamos de hacer en el pasado, o en lo que queremos o deseamos que llegue en el futuro. Ni el pasado ni el futuro existen ahora, ahora solo existe el presente. Y dejarnos sumergir en lo que estamos viviendo, experimentando, respirando, viendo, oliendo….es vivir el presente, el momento presente. Y creo que eso fue lo que me ocurrió ese jueves en NY. Porque no puedo explicar exactamente que fue, pero lo que sentí me gustó. No sé, tal vez viví allí en otra vida y por eso me sentía como en casa, o simplemente por vez primera supe lo que era estar sola, a miles de kilómetros de casa, y saber que yo sola era capaz de cuidar de mi, hacer muchas cosas y disfrutar de la ciudad.
Esa mañana, me desperté temprano, ya estaba sola en esa habitación de hotel tan confortable. Las palabras que busco son: ME GUSTABA ESTAR ALLÍ. Estaba sola, pero estaba genial, me sentía muy bien sola, creo que así era como quería estar. Podía haber llamado a José Manuel esa mañana y medio obligarlo a quedar conmigo, pero preferí no hacerlo. Quería estar conmigo, estaba poniendo en su sitio muchas cosas, colocándolas en su lugar. Clara siempre estaba presente en todos mis pensamientos, en esos momentos ocupaba la mayor de ellos. Bajé a desayunar al Starbucks de la esquina, dije como siempre que me llamaba “María” (resultaba más fácil que decir Noelia) y esperé mi capuccino decaf y mi muffin. Y lo tomé tranquilamente frente a la ventana viendo pasar a la gente, algunos corriendo, algunos paseando, mirando como siempre y por lo cotilla que soy la forma en que iba vestida la gente. Vi muchas chicas arregladas con sus bonitos taconazos, y me acordaba de mi amiga Carrie, y fantaseaba con cómo sería trabajar en una oficina en Nueva York. Antes de irme, estudié el mapa del metro y vi cual tenía que coger si quería ir al sur de Manhattan a visitar la Universidad de NY, y Washington Square, donde está el arco que sale siempre en Friends.
Cogí yo sola el metro, no me sentía para nada como una extraña. Esa ciudad tiene ese don, hacerte sentir que eres de allí. Cuando me bajé me perdí un poco, menos mal que tengo buena orientación..jeje. Estuve caminando un buen rato, disfrutando de todo lo que iba viendo, sin pensar en nada, sólo disfrutando del paseo y de lo precioso que era todo lo que iba viendo. Volví a coger el metro de vuelta, y me bajé en la entrada de Central Park. Ya había estado allí otras veces, pero me encantaba, crucé por una parte que no había visto y llegué hasta el Metropolitan Museum. Estaba lleno de estudiantes, de turista, de gente sola disfrutando de él… Y por un par de horas me sumergí en todo esa historia. Yo sola hablaba conmigo misma de cómo podían haberse llevado casi pirámides enteras de Egipto¡¡ Me riñeron por hacer fotos….me disculpé como pude, y no me dio nada de vergüenza, me daba igual lo que pensaran de mi todos los que estaban allí, eso de vez en cuando es un gran alivio. Cuando me harté, sería la una y pico de la tarde salí fuera, me compré en un puesto de perritos calientes un perrito y una coca-cola, y me senté en los escalones de esa impresionante escalinata a comerme tranquilamente mi perrito americano.
Estaba disfrutando de un día genial conmigo misma¡¡¡ Tal vez me llamaran mis compañeras cuando salieran del congreso, o tal vez no, la verdad prefería seguir disfrutando de la ciudad, ensimismarme observándolo todo. Empezaba a hacer frío de verdad, y decidí volver al hotel caminando, y que cuando llegara me compraría un café en el Starbucks y me subiría a descansar. Empezó a llover, y caminar bajo la lluvia en NY también es mágico, pasé delante del Hotel Plaza donde celebró su fiesta de compromiso Mr. Big y vi los carruajes con los que se encontraba Carrie en la entrada. Me parecía estar viviendo sus pasos J. Ver la lluvia en Central Park era único. Cuando llegaba al hotel empezaba a llover más fuerte. Llegaba a la habitación como la que llega a su casa, puse mi tele de plasma, aunque no entendiera casi nada de las series ni de nada, y me tumbé a descansar. Justo entonces me avisó Chari, “tenemos una hora para comer, te vienes?”. Le dije que ya había comido, que iba a descansar en el hotel, y que nos veríamos sobre las siete cuando salieran de nuevo. Descanse y ya luego fui a buscarlos.
Fue un día genial, todo parecía encajar, no se describir el sentimiento de paz que tenía ese día. Y aunque los demás días acompañada también estuvieron estupendamente, claro está, éste lo recuerdo especialmente porque fue diferente. La ciudad es genial, y creo que de todos los sitios donde he estado sería donde podría vivir, aparte de aquí. O lo mismo fui yo¡¡ Cuando nos encontramos bien, no importa donde estemos, nos encontramos felices. Estuvo bien no tener a nadie familiar, nadie en quien arroparse. Porque precisamente lo que buscaba era estar en otro sitio, y allí se estaba muy bien. Echo de menos ese día, ese sentimiento, esa serenidad, soledad buscada y disfrutada. Primero tenemos que saber estar a gusto con nosotros mismos para poder estarlo con los demás. Hoy vuelvo a ese día, busco ese sentimiento… Hoy me acuerdo de Nueva York
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